Y allí, se encontraba prisionero, arrojado al cubo de la fortaleza san Felipe, aquel lugar muerto y de forma encajonada que sin duda alguna, significaba el abismo de la impotencia.
Juan Pablo había escuchado que lo iban a encarcelar en unos de los lugares donde enviaban a los presos mas peligrosos y al parecer, no se equivocaron, la celda donde estaba era una cueva de terrores profundos, donde para mayor horror, solo se transmitía el eco de tantos llantos desolados de aquellos prisioneros que estaban o que tal vez desde hacia tiempo, murieron, en las celdas continuas.
Cuando el silencio lo invadía, el solo pensar en no tener un papel y una pluma para escribir a los dominicanos, o en la traición del general Pedro Santana, le iba quitando las fuerzas.
Duarte temía su muerte y el no poder hacer nada le seguía arrebatando fuerzas perdidas, algunas, se la devolvió un pequeño picaflor que entro por los barrotes de acero que aseguraban la ventanilla de su celda.
El lo midió con los ojos, se le aproximo y en su intento por abordarlo, lo espanto y salio volando…por el mismo lugar que entro….
El padre de la Patria, acercándose, siguió su vuelo y, aun mirándole, perpleja la vista alla, en aquel cielo que se perdía en mirada y aquel que al mismo tiempo mojaba sus ojos, grito con nueva fuerza.
-¡Adiós Dominicanos! ¡Sed libres por Siempre!
Escrito Por:
Ramón Junior Hernández, 13 Años
Recopilado Por:
Emelda Ramos
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